El director general de Planificación de la Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación de España, Gonzalo Arévalo, envió ese mensaje durante una intervención por videoconferencia en un acto celebrado en las instalaciones del centro, ubicado en Ibaraki (al norte de Tokio).
Arévalo destacó las «fuertes relaciones recíprocas en infraestructuras de investigación» entre Japón y España, que ocupa la presidencia del Consejo de la Unión Europea este semestre.
El alto funcionario español destacó tres casos de «éxito» en esta colaboración: la investigación de astropartículas en la Red de Telescopios Cherenkov, la construcción del detector de neutrinos Hyper-Kamiokande y la iniciativa IFMF-Dones que se proyecta en la localidad granadina de Escúzar, también relacionada con la energía de fusión. En las instalaciones de Escúzar se probarán los materiales que se emplearán en los futuros reactores de fusión nuclear.
«Estamos muy implicados en el desafío de la energía de fusión y desando reforzar las relaciones mutuamente beneficiosas», dijo Arévalo, quien también destacó la voluntad del Gobierno español por «hacer de este programa un éxito aún mayor», en referencia al JT-60SA.
Este centro experimental fue puesto en marcha como un brazo de apoyo a las operaciones del megaproyecto ITER (Reactor Termonuclear Experimental Internacional), en el que también participan Japón, la UE, China, Estados Unidos y Rusia, entre otros países.
A finales del pasado octubre, el centro logró crear su «primer plasma», lo que representa «un hito importante» para el desarrollo de reactores de fusión nuclear, una potencial nueva fuente energética basada en el mismo tipo de reacción atómica que alimenta al Sol y otras estrellas, según explicaron en un comunicado los responsables del proyecto.
A diferencia de la fisión atómica -la tecnología empleada en las actuales centrales nucleares, basada en la división de los núcleos de los átomos-, el método de fusión consiste en combinar estos núcleos. De este modo se genera una enorme cantidad de energía considerada limpia al no emitir CO2 ni residuos altamente radiactivos.
Las instalaciones JT-60SA fueron completadas en Ibaraki en 2020 con financiación de Japón y de la Unión Europea con el objetivo de avanzar en el conocimiento sobre la generación y mantenimiento estable del plasma, y lograr el «primer plasma» era considerado su objetivo crucial.
La unidad central de JT-60SA es una cámara de 16 metros de alto y 13 de ancho, y fue construida con unos 65.000 millones de yenes (409 millones de euros) aportados por la UE y Japón, y tanto el país asiático como los Estados miembros fueron aportando los diferentes componentes de las instalaciones.
El primer componente instalado, en enero de 2013, fue la base del criostato de 13 metros de diámetro y un peso de 250 toneladas diseñada por el Centro español de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas y fabricado en España.
En cuanto al proyecto de Granada, éste cuenta con el apoyo de España y del Gobierno de Croacia. Se trabaja en incorporar nuevos socios internacionales para el desarrollo de esta potente infraestructua científica.